En el corazón de Calpan, un bosque familiar se ha convertido en refugio para 12 especies nativas de mariposas
A tan solo una hora de la ciudad de Puebla, en el municipio de Calpan, se encuentra un espacio que, aunque discreto, es de vital importancia para el futuro ecológico de la región. Se trata de Teaaciztli, un lugar que está marcando la diferencia en la conservación de la biodiversidad local, y en particular, de un ser que, aunque pequeño y delicado, tiene un impacto crucial en los ecosistemas: la mariposa.
En Puebla, encontrar un santuario que se dedique al estudio y preservación de estas especies es una tarea difícil. Al ingresar al buscador de Google, las opciones son limitadas; los resultados te sugieren destinos en otras entidades, como el Estado de México, Michoacán o incluso el reconocido Africam Safari.
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Sin embargo, Teaaciztli, que abrió sus puertas hace apenas dos años, está cambiando esta realidad y ofrece una experiencia única para quienes desean conectar con la naturaleza y comprender la importancia de estos insectos, que son conocidos por su importancia en el medio ambiente, pero también son ocupados como símbolo de transformación.
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En la comunidad de San José Pueblo Nuevo, en el municipio de Calpan, Teaaciztli invita a los pobladores y visitantes a adentrarse en un bosque que, más allá de su belleza natural, es un espacio dedicado al cuidado de las mariposas y su ciclo vital.
En su terreno, la familia Hernández-García, ha logrado crear un refugio ecológico que no solo preserva la flora local, sino que también fomenta la educación ambiental, sensibilizando a la comunidad sobre la vitalidad de estos insectos para la salud de los ecosistemas.
En este espacio se pueden observar, entre otras especies, la Cola de Golondrina, que es parte de la familia Papilionidae, famosa por sus largas colas que se asemejan a las de una golondrina.
Espejito, que a menudo tienen manchas o reflejos metálicos en sus alas, lo que les da un aspecto «espejado”. Xochi Quetzal, esta mariposa, también conocida como Eueides o Dione juno, es originaria de América Central y es conocida por sus brillantes colores.
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Reina, en muchos países de América Latina, se conoce como «mariposa reina» a la Danaus gilippus, que es una mariposa de gran tamaño de la familia Nymphalidae. Es conocida por su patrón de colores anaranjados y negros.
Pasionario, comúnmente conocida como Heliconius, tiene una relación simbiótica con las plantas conocidas como «pasifloras», y de ahí su nombre, Aripas que son las que tienen una coloración blanca o amarilla en sus alas y en últimos meses han llegado Monarcas.
El objetivo principal de Teaaciztli es sensibilizar a los visitantes sobre la importancia de las mariposas, mientras se disfruta de la serenidad del entorno y se apoya la conservación de estas especies.
Un proyecto familiar en donde el ingrediente secreto fue el amor
El proyecto comenzó hace siete años, cuando Irma Hernández y Epifanio García, recibieron un terreno de manos de sus familiares. En un principio, no tenían planes claros sobre qué hacer con él, pero sabían que debían aprovechar el espacio de alguna manera.
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«Siempre nos gustó salir a pasear con nuestros hijos, Alan y Alondra. Íbamos al terreno a pasar el día, a hacer días de campo, a estar en contacto con la naturaleza», recuerda la pareja. Sin embargo, algo comenzó a cambiar cuando, al caminar por la zona, vieron que todos los terrenos circundantes se dedicaban exclusivamente al cultivo de maíz.
El terreno que les regalaron tenía un gran potencial, y ellos querían hacer algo diferente. Después de varias conversaciones, se decidieron por crear un bosque. «Queríamos devolverle al planeta algo de lo que nos ha dado», señala Epifanio. Aunque no sabían mucho sobre ecología ni sobre plantación de árboles, su instinto les decía que eso era lo que debían hacer.
El camino no fue fácil. Cuando Epifanio le contó a su padre la idea, este lo desalentó, diciéndole que lo que planteaba era una fantasía. «Me dijo que estaba loco, que sembrara maíz como todos los demás, que los pinos no crecerían, que se tardaban años en hacerlo y moriría sin verlos crecer», lamentó.
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Sin embargo, a pesar de las dudas familiares y la falta de recursos, la familia decidió hacer realidad su sueño. Con los ahorros que tenían para comprarse un coche, decidieron invertir en la compra de más de 7 mil pinos y ayacahuites.
El proceso fue arduo y costoso, pero contaron con la ayuda de cuatro trabajadores para sembrar los árboles. El lugar, rodeado de campos de maíz, pronto comenzó a transformarse en un pequeño bosque. Pero la adversidad no se detuvo ahí.
Un fin de semana, cuando fueron a revisar el lugar, descubrieron que los árboles que habían comprado estaban tirados en el suelo, pues los trabajadores que habían contratado, prefirieron tirarlos que sembrarlos. En su lugar, estaban jugando baraja.
El desánimo se apoderó de ellos, y Epifanio pensó en abandonar el proyecto. Pero, en ese momento, sus hijos, que en ese entonces tenían 9 y 11 años, se ofrecieron a ayudar a cambio de una canasta de dulces. «Ellos no comían dulces, porque en casa les enseñamos a comer sano. Pero aceptaron el trato y, con su ayuda, logramos replantar los árboles», relataron.
Ese acto de determinación familiar marcó la diferencia. Los niños, Alan y Alondra, no solo ayudaron a plantar los árboles, sino que, al final de la jornada, pasaron por cada uno de los árboles dándoles un beso y un abrazo.
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«Para nosotros, el amor fue el ingrediente secreto para que los árboles crecieran», comentan. Siete años después, los pinos miden más de 10 metros y de los 7 mil árboles sembrados, 5 mil siguen vivos. Lo que comenzó como un proyecto familiar, se ha convertido en un espacio único.
No solo los pinos, sino también las flores y plantas que la familia ha sembrado, han atraído a una gran variedad de insectos, especialmente mariposas. Lo que en un principio parecía ser un bosque más, se ha convertido en un verdadero santuario para la fauna local.
Con el paso del tiempo, el lugar comenzó a ser reconocido por la fauna que atraía. Mariposas de diferentes especies llegaron al bosque y comenzaron a establecerse en él. La familia no lo notó al principio, pero pronto se dieron cuenta de que el lugar se estaba llenando de estos fascinantes insectos.
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Fue entonces cuando decidieron transformar el terreno en un espacio ecoturístico, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de disfrutar de la naturaleza, hacer senderismo, ceremonias espirituales, recolección de hongos, tiro con arco, acampar y aprender sobre la flora, así como fauna local.
En particular, los visitantes ahora pueden experimentar el ciclo de vida de las mariposas, observando el proceso de metamorfosis que va desde el huevo hasta la mariposa adulta.
Los visitantes podrán ser testigos de la metamorfosis
Las personas que acudan a este lugar, podrán ser testigos de la metamorfosis completa, la cual, consta de cuatro etapas: huevo, larva, pupa y adulto. Todo comienza cuando la hembra adulta pone sus huevos sobre una planta específica, conocida como planta hospedera, en Teaaciztli, hay cientos.
Los huevos contienen a las futuras larvas, que emergen en pocos días o semanas, dependiendo de las condiciones ambientales. La siguiente etapa es la larva u oruga. Al salir del huevo, la oruga comienza a alimentarse de las hojas de la planta hospedera, lo que le permite crecer rápidamente.
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Durante esta fase, la oruga pasa por varias mudas, cambiando su piel varias veces a medida que aumenta de tamaño. La oruga tiene un objetivo principal: acumular suficiente energía para pasar a la siguiente fase, la de pupa, donde se llevará a cabo la transformación completa.
Una vez que la oruga alcanza el tamaño adecuado, busca un lugar adecuado para entrar en la fase de pupa o crisálida. En este estado, la oruga se envuelve en una capa protectora de seda, donde su cuerpo comienza a transformarse en la forma adulta.
Este proceso puede durar de unos días a varios meses, dependiendo de la especie. Finalmente, cuando la metamorfosis se completa, la mariposa adulta emerge de la crisálida, con alas aún húmedas que secará y fortalecerá antes de volar en busca de comida, pareja y para comenzar el ciclo de reproducción, cerrando así el ciclo de vida.
Tener toda esta información, no ha sido nada fácil. La familia considera que el ámbito de las mariposas aún está muy olvidado en el territorio poblano y que se necesita más conocimiento y más impulso a lugares de este tipo.
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Aunque la familia se ha capacitado, tomado cursos y leído mucho acerca del ciclo de vida de las mariposas, persisten las adversidades. Recientemente, la preocupación es el frío. Las heladas pueden ser devastadoras para las mariposas, que no están adaptadas a las bajas temperaturas.
Irma y Epifanio están investigando formas de crear refugios artificiales para proteger a las mariposas durante el invierno. Los refugios consistirían en pequeñas casas o estructuras que resguarden a las mariposas de las bajas temperaturas, protegiéndolas hasta que el clima mejore.
Además, están sembrando más especies de plantas nativas que provean néctar y hojas comestibles durante todo el año. «Estamos haciendo lo posible para ayudar a que las mariposas sobrevivan, pero necesitamos más apoyo», aceptaron.
El sueño de Teaaciztli es seguir creciendo y convertirse en un santuario reconocido, no solo por las mariposas, sino también por la diversidad de fauna que ahora alberga, como los halcones peregrinos que han comenzado a anidar en sus árboles.
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Irma y Epifanio tienen claro que el camino aún es largo, pero están comprometidos con la causa. El desafío de crear un santuario de mariposas en Puebla es una tarea ardua, pero las puertas de Teaaciztli están abiertas para quienes deseen ser parte de este proyecto.
A través de la observación, el aprendizaje y la dedicación, Teaaciztli está demostrando que, incluso sin grandes recursos, es posible hacer una diferencia en la conservación de la biodiversidad local.
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Y aunque todavía queda mucho por hacer, el trabajo de esta familia, que comenzó con una simple idea de devolverle algo a la naturaleza, ha trascendido y ahora, este santuario de mariposas, aunque pequeño, se ha convertido en un referente para quienes buscan un contacto auténtico con la naturaleza.
Teaaciztli está en camino de convertirse en un faro de esperanza para las mariposas de Puebla y, con ello, un ejemplo para todo México.