Habitantes piden un freno al avance de la urbanización desordenada, a la tala “hormiga” de árboles, la invasión de zonas federales y las descargas industriales
Una defensa por el oxígeno del único pulmón verde que rodea el contaminado Río Atoyac ha iniciado en Cuautlancingo. Vecinos Unidos es el colectivo que en este municipio conurbado de Puebla exige la declaratoria de área natural protegida a este polígono arbolado que es “devorado” por la industria y los fraccionamientos. Justifica dicha petición al advertir que, si no hay intervención de las autoridades, la fauna y flora endémica se extinguirá y la supervivencia del ser humano será afectada con una fuente de aire menos en el ambiente.
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Desde la cima del único montículo que queda en esta parte de la Cuenca, que abarca límites territoriales y ejidales de las juntas auxiliares San Lorenzo Almecatla y Sanctorum, representantes y habitantes de la colonia Nueva Alemania y de siete conjuntos habitacionales, ya agrupados, alzan la voz para pedir un freno al avance de la urbanización desordenada, a la tala “hormiga” de árboles, la invasión de zonas federales, las descargas industriales y habitacionales y los compromisos hipócritas escuchados en cada cambio de gobierno.
Muestran la franja boscosa que abarca más de 15 kilómetros lineales y donde todavía habitan búhos, gavilanes, halcones y otras especies de fauna silvestre. En ella también quedan pocos árboles frutales y plantas curativas. Pero tras dar un giro de 180 grados exhiben un apresurado crecimiento desordenado de casas y empresas, donde las últimas están instaladas a menos de cinco metros del arroyo, cuando la normativa indica la protección de un paso federal de 30 metros.
Afirman que el crecimiento urbano desmedido desapareció más de 60 hectáreas arboladas, donde ahora hay edificios, fraccionamientos o parques industriales. Desde el siglo pasado a la fecha se han cortado centenares de robles, pero a cambio no se ha plantado uno.
Con nostalgia los defensores recuerdan cuando el agua del arroyo era cristalina, estaba repleta de peces y ayudaba al pueblo a regar cultivos, alimentar ganado y realizar actividades cotidianas como lavar e incluso bañarse. Tras la llegada de la industria, en 1967 con la construcción de Volkswagen de México, todo fue diferente. El cauce cambió de color, víboras de agua reemplazaron los peces y la contaminación e invasión no ha tenido interrupción en este punto.
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Confían en las intenciones de las autoridades federales y estatales que tienen para sanear el Atoyac. Pero mientras eso llega hay acciones que pueden ejecutarse para ayudar el medio ambiente y una de ellas es proteger el único polígono descrito y el aire que ofrece a las más de siete mil familias de este punto territorial, actualmente falto de un parque público.
Queremos que se generen proyectos en pro del oxígeno, porque hemos perdido mucho en los últimos cien años como sociedad, la urbanización ya nos alcanzó, pero es tiempo de recuperar esos espacios federales y declararlos sitios protegidos, eso sería un avance más inmediato, expone Rafael Irigoyen Mane, representante de Vecinos Unidos Cuautlancingo.
Venancio Felipe Gil Sánchez presidente de la colonia Nueva Alemania habla del desastre urbano que hoy vive Cuautlancingo y resume que las autoridades deben evitar la construcción de más fraccionamientos, los cuales ni árboles tienen, tampoco servicios básicos. Son los constructores, dice, quienes cada vez se expanden hacía la zona federal.
Pobladores de Almecatla y Sanctorum califican esta franja arbolada como un vestigio natural y un lugar histórico en el municipio que debe ser rescatado con urgencia. El Ayuntamiento de Cuautlancingo evitó dar una postura bajo el argumento de que es un tema de índole federal y estatal, más no municipal. No obstante, el exregidor de medio ambiente, en el periodo 2014-2018, Rafael Ramírez Hernández, crítica la falta de intereses de quienes han desempeñado el cargo de alcalde en esta jurisdicción para normar el crecimiento urbano, actualizar el Atlas de Riesgo y el Programa de Desarrollo Urbano, documentación que es letra muerta.
En tanto, el académico investigador de la Universidad Iberoamericana de Puebla, Jerónimo Chavarría Hernández, informa de la existencia de una normativa que regula las zonas verdes de la Cuenca del Atoyac y que deben respetarse. El río y sus alrededores forman un sistema natural que no debe dividirse y por ende las peticiones de los pobladores de la zona de Cuautlancingo y de todos los puntos territoriales que abarca el paso de su cauce, son válidas.
Es nuestro oxígeno
Somos oriundos de aquí, nacimos y crecimos aquí, cuando éramos pequeños nosotros corrimos descalzos en estos campos, no había casas y empresas, mis padres pescaron en el río Atoyac y nuestro mensaje es que somos una generación de padres, hijos y nietos que estamos perdiendo totalmente todo, esto era un sitio lleno de árboles, campos frondosos de cultivo, variedad de fauna silvestre y ahorita estamos perdiendo todo, en un lapso de 100 años que ya se perdió todo, expresa Rafael Irigoyen Mane, representante de Vecinos Unidos Cuautlancingo.
Desde el mirador que refleja el contraste del cinturón boscoso, pero también de un crecimiento urbano voraz que está a metros de llegar al afluente, externa la preocupación por el mal trabajo en materia de desarrollo urbano en este municipio. Pone de ejemplo la colonia Nueva Alemania donde no tiene un parque público y donde se liberan permisos de construcción en lugares prohibidos. Aquí los fraccionamientos no tienen árboles.
Asevera “la flora de la Cuenca del Atoyac próximamente podría perderse y por eso queremos proyectos en pro del oxígeno, no solo de nuestro municipio, sino de Puebla y México, y hacemos un llamado a las autoridades, pero también a los atoyaqueros y activistas a unirse a nuestra demanda”.
El objetivo es garantizar aire a la fauna y flora silvestre. En mi juventud vi armadillos, halcones peregrinos, muchos gavilanes, águilas, tlacuaches, serpientes y hasta loros. El canto de las aves era impresionante, pero ahora ni agua pueden beber ya del río.
Lo que queremos es que no se construyan más empresas y unidades habitacionales que absorban todo, queremos que los pocos sembradíos que quedan se conserven y dar un refugio seguro a la fauna, no solo para ellos es un pulmón, sino también para nosotros, y queremos que se genere una reserva natural protegida y un lugar donde todos los habitantes puedan venir, añade.
Califica como necesario que el sexenio del gobernador electo Alejandro Armenta y la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, apoyen esta solicitud que se trabaja en el rubro administrativo, pero no técnico por la falta de ingresos y que eso imposibilita a cualquier ciudadano a integrar un expediente con las características exigidas por las autoridades.
Plan con maña
Se deben conservar las áreas verdes y lo que ha sucedido en Cuautlancingo es que se dan permisos para construcción sin siquiera consultar el Atlas de Riesgo, revela Venancio Felipe Gil Sánchez, presidente de la colonia Nueva Alemania.
¿Qué pasa aquí? no solo se están vendiendo las tierras para vivienda, si no se permite la edificación de nuevas zonas habitacionales, pero sin servicios públicos, rutas de transportes, vialidades, escuelas, centros de salud y todavía se deja que se invada el Atoyac, cuestiona.
A los alrededores del río más contaminado de México, enlista que está la colonia que representa, pero también los fraccionamientos de Galaxias Almecatla 1 y 2, Trojes, Jardines Almecatla, Volkswagen 1 y 2, Las Ventanas y otros más que tienen solo una escuela pública con 50 años de antigüedad y ningún parque.
“Que se respete la Cuenca y sus áreas porque hay un desastre en sus alrededores. Muchas fábricas, sobretodo textileras echan sus desperdicios en ella y al menos tenemos contabilizadas 10 empresas en el tramo de Cuautlancingo que están escondidas, pero hacen ese plan con maña para que nadie vea las descargas que hacen y hacemos un llamado urgente a las autoridades para que volteen a ver lo que sucede”, argumenta.
Además, las empresas constructoras de vivienda están tirando árboles poco a poco. El último fraccionamiento autorizado en la zona, Trojes 2, comprendía mil 200 casas y ya llevan mil 800 y las que faltan, pero en este caso en específico y otros más, el drenaje desemboca en el arroyo ante la falta de plantas tratadoras de aguas residuales en el municipio.
Donde antes había árboles ahora hay construcciones, es necesario el rescate del polígono natural porque esa franja no solo es un cinturón de amortiguamiento para nosotros, sino también para quienes viven de lado de la ciudad de Puebla y de Tlaxcala, concluye.
Recuerdos y vivencias
Al recorrer el área arbolada del Atoyac en el tramo correspondiente a Cuautlancingo, que es uno de los 11 municipios de Puebla por donde circula su agua ya contaminada, Jaime Flores Delgado, vecino de la colonia Nueva Alemania, hace una pausa en el punto donde recuerda que nadaba de pequeño.
“Que esto (bosque) se conserven a futuro, todos necesitamos una casa, pero también debemos aprender a respetar lo que nos queda, porque a futuro ni oxígeno vamos a tener y qué les vamos a dejar a nuestros hijos”, subraya.
Su sueño es que este espacio del territorio se declare un parque o andador y se convierta en un pulmón protegido en Puebla. Hace 60 años había muchos macizos más, algunos eran muy antiguos, pero la industria de vivienda los está cortando.
Una cantidad muy grande de árboles han quitado los empresarios, ellos dicen que son viejos y los cortan, pero ya no plantan, no son responsables con el medio ambiente, porque ni siquiera lo que edifican tienen árboles, reitera.
En otro punto del recorrido, Adrián Flores Ramos, cuenta que en su adolescencia vio carpas, mojarras y ranas en el río. En ese entonces, los pobladores sembraban hortalizas como calabaza y verdolagas y los pastores llevaban su ganado a beber agua.
“Ahorita mire ya está todo negro, qué plantas van a dar, cuando tenía 12 años me bañaba aquí y la difunta de mi jefecita lavaba su ropa, este lugar tiene una gran historia, pero las textileras de Tlaxcala fueron las primeras en tirar sus aguas sucias y luego se sumó Puebla y llegó la contaminación y luego una epidemia porque los peces dejaron de reproducirse, comenzaron a abundar las víboras de agua, eran rayadas, eran bastantes y dejamos de venir”, manifiesta.
Relata que el Atoyac era un lugar de convivencia y fuente natural de suministro de agua para muchas familias. Había pequeños ameyales a su alrededor, pero llegó FINSA y se acabaron. Ya no vimos más las plantas de aguacate, capulín, tejocote y durazno y tampoco sembradíos de alfalfa.
Ahora el riachuelo es tiradero de cadáveres y hasta de combustibles, al menos hoy su agua se ve gris, pero llega a verse negra, y es preocupante lo que pasa y no queremos que está área desaparezca y esperamos que las promesas de años, de verdad se cumplan y ojalá no queden en puras promesas, apunta.
No más compromisos hipócritas
Daniel Sánchez Barrera, vecino de la junta auxiliar de Sanctorum, destaca la importancia de cuidar la ecología y en especial este pulmón único en esta jurisdicción y que es relevante para la comunidad.
“Ya no queremos compromisos hipócritas, tampoco que quienes están en los cargos públicos den permisos para desarrollos habitacionales desproporcionados, donde no toman en cuenta a la población originaria y no consideran los daños ambientales, pues lo que sucede es que simplemente dan las licencias, se lavan las manos y se van y ya no queremos eso, queremos la conservación de este lugar que beneficia también a Sanctorum”, reclama.
Detalla que los puntos verdes colindantes al Atoyac, son un viaje al pasado porque en ellos habitan árboles con más de 200 años, porque así lo refleja el grosor de sus troncos y eso deben valorar las autoridades para que dejen de dar prioridad a la construcción de viviendas o instalación de empresas.
Los vestigios naturales son más importantes para nosotros y las nuevas generaciones, por ello este suelo debe ser un parque, finaliza.
Deben existir ordenamientos territoriales
El académico investigador de la Universidad Iberoamericana de Puebla, Jerónimo Chavarría Hernández, respecto al tema, señala que el río Atoyac es un problema añejo que no sólo involucra a Cuautlancingo sino a todos los municipios por el que cruza su cauce.
Se pronuncia porque se conserven los recursos naturales y no se modifiquen sus áreas de amortiguamiento que tienen funciones específicas, como evitar la alteración del suelo, evitar inundaciones, deslaves y obviamente generar oxígeno.
Deben existir ordenamientos territoriales que eviten la invasión de sus sitios naturales, deben protegerse sin excepción alguna, porque así lo establece ya la normativa de la Cuenca donde se escribe un ordenamiento que prohíbe permisos que alteren el suelo, indica.
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Por último, refiere que el torrente y su vegetación forman un sistema natural que representa un todo, no se puede ver por partes, es decir por un lado el cuidado de su vegetación y por otro su cauce, pues ambos elementos forman un solo componente y si hay acciones para limpiar su agua, también deben aplicarse trabajos de conservación para su flora.