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    Plantas medicinales Corzo, más de 40 años curando a Puebla | Clásicos Poblanos

    Manuel Utrilla y María Eugenia Hernández llegaron desde Chiapas con la tradición familiar y el conocimiento de los lacandones sobre la medicina natural

    El negocio de plantas medicinales Corzo, ubicado en la 16 Oriente número 18 del centro histórico de Puebla, es un ejemplo de la perseverancia y la tradición en el ámbito de la medicina natural. Con más de 40 años de existencia, este pequeño establecimiento ha logrado mantenerse relevante en un mercado en constante cambio, ofreciendo productos que no solo son valorados por los poblanos, sino también por visitantes de diversas partes del país. La historia de Corzo está intrínsecamente ligada a la vida de su fundador, Manuel Utrilla Corzo.

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    Los orígenes

    La historia de Corzo se remonta a los inicios de la familia Utrilla en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, donde la venta de plantas medicinales era una tradición familiar. Manuel Utrilla, oriundo de esta región, se vio influenciado por el conocimiento ancestral de las plantas que su familia ya cultivaba y comercializaba.

    “Desde allá comenzaron a ver los beneficios de las plantas (en San Cristóbal), se transportaron al Distrito Federal para establecerse y empezaron a vender estos productos (…) hasta hicieron su unión de plantas medicinales, fueron de los primeros en venderlas”, comenta María Eugenia Hernández González (64 años, CDMX), esposa de Manuel Utrilla y quien hoy día está a cargo del negocio de Puebla.

    La búsqueda de nuevas oportunidades llevó a la familia a la hoy Ciudad de México, donde continuaron con su negocio durante varios años. La situación cambió drásticamente cuando el gobierno realizó la compra de los terrenos donde vendían varios comerciantes, entre estos la familia.

    Fue en este contexto que Manuel y su esposa, María Eugenia Hernández González, decidieron explorar nuevas alternativas. Un amigo sugirió a la pareja que Puebla podría ser un destino prometedor, dado su crecimiento y la falta de competencia en la venta de plantas medicinales.

    “Una persona conocida que era comerciante viajero le decía a mi esposo que se fuera a Puebla, ya que no había un local como el de él, que Puebla no tenía abierto todo el tiempo, que cerraban a las 2:00 P.M y regresaban a las 4:00 P.M, entonces dijimos que sí y comenzamos la aventura”, destaca la señora Eugenia Hernández.

    Buen recibimiento en Puebla

    En 1979, con la esperanza de un futuro mejor, se trasladaron a Puebla y establecieron su primer local en la intersección de 5 de mayo y 16 Oriente, donde fueron recibidos calurosamente por la comunidad. Además de que cerca estaba la terminal de autobuses.

    Desde su llegada, Corzo se destacó por ofrecer una amplia variedad de plantas medicinales, incluyendo tila, pasiflora, tumbavaqueros, cáscara sagrada, manzanilla, valeriana y boldo. Estos productos eran apreciados por sus propiedades curativas y se convirtieron rápidamente en un recurso valioso para quienes buscaban aliviar diversas dolencias.

    Manuel, en su afán por ofrecer lo mejor a sus clientes, viajaba ocasionalmente a su tierra natal, donde sus amigos lacandones le compartían conocimientos sobre plantas que luego él preparaba para su clientela, “(…) es muy difícil que uno se vuelva amigo de los lacandones y mi esposo se llevaba con ellos, entonces le ayudaron mucho”, señala Hernández.

    Un aspecto notable del negocio de Corzo es su compromiso con la salud y el bienestar de sus clientes. A diferencia de muchos otros establecimientos que incorporaron elementos de la magia negra o la Santa Muerte, Manuel mantuvo su enfoque en la medicina natural, priorizando la confianza que había construido con sus consumidores.

    “Muchos de esos productos se venden con imágenes de la Santa Muerte o de cosas similares, pero mi esposo nunca lo quiso combinar, él no tenía nada de eso ni lo quería, ni brujería, porque decía que íbamos a perder la confianza”, recuerda la esposa del fundador.

    Cambio de local

    El negocio prosperó durante años en su ubicación original, hasta que en 1988 se inauguró la Capu, lo que llevó a la reubicación de la terminal de autobuses fuera de su zona. Aunque Corzo se mantuvo por un tiempo más, en 1994, la presión de los cambios en la zona obligó a la pareja a buscar un nuevo local.

    Así, el establecimiento se trasladó a su actual ubicación en la 16 Oriente, mientras que un segundo local en la 4 Norte, lamentablemente, se vio afectado por el devastador sismo de 1999, lo que llevó al cierre de este último.

    Fallecimiento del fundador

    Aproximadamente 19 años atrás, Manuel Utrilla falleció, dejando a su esposa y sus cinco hijas al frente del negocio. María Eugenia, a pesar de las dificultades, ha mantenido vivo el legado de su esposo.

    “Si nos costó mucho que nos haya dejado, se le extraña (…) alguna vez su historia fue parte de una exposición que incluso recorrió el mundo y que apenas se colocó en la Galería del Palacio Municipal, sobre personas que llevaban muchos años con sus oficios, se sintió bonito el volver a verlo”, expresa Hernández.

    La pandemia, sin proveedores

    Por otro lado, la pandemia de COVID-19 les ha presentado nuevos retos, con la pérdida de muchos proveedores y un aumento en los costos de los insumos, “(…) muchos de ellos fallecieron y ya no hay quien nos venda las plantas, además de que las que se venden han subido de costos”, indica la encargada. Sin embargo, la determinación de María Eugenia y su familia para continuar el negocio lo ha mantenido.

    “Hay que ser sincero con lo que se pide, creo esa es la clave para que continuemos, ya que así los clientes continúan consumiéndote y no los descuidas, debes ser sincero con lo que les comentas y recomiendas que compren”, finaliza María Eugenia Hernández González.

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