Activistas y expertos advierten sobre la necesidad urgente de mejorar el acceso a servicios de salud en todo el estado
Aunque el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) ya no genera el pánico social que provocaba en décadas pasadas, y hoy en día, con un diagnóstico temprano, no implica necesariamente una mala calidad de vida, la realidad es que los casos siguen en aumento.
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Entre enero y septiembre de este año, en el estado de Puebla se registraron 143 defunciones relacionadas con el VIH, lo que representa un aumento del 36 por ciento en comparación con el año anterior.
Además, hasta principios de noviembre se contabilizaron 326 nuevas infecciones, lo que marcó un incremento del 83 por ciento con respecto al mismo periodo, pero del año pasado.
De acuerdo con Onán Vázquez y Néstor López, activistas que defienden los derechos de las personas con VIH, la epidemia de inmunodeficiencia humana sigue vigente y las autoridades aún tienen mucho trabajo para controlarla.
En todo Puebla, existen únicamente dos Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual (CAPASITS). Aunque no se reportan quejas sobre los servicios que ofrecen, están limitados a las dos ciudades más grandes del estado, lo que deja a los municipios alejados sin acceso adecuado a la atención especializada.
Este 1 de diciembre, Día Mundial del SIDA/VIH, la recomendación de los entrevistados es fortalecer la infraestructura en salud, impulsando la creación de más CAPASITS, con una ubicación estratégica para garantizar que los ciudadanos de los municipios más distantes puedan acceder a los servicios.
Sumado a eso, es crucial que se dé un seguimiento más cercano a las personas infectadas, ya que anualmente se reportan casos de recién nacidos contagiados, lo que representa una preocupación para la salud pública. Si existiera un monitoreo adecuado, estos casos podrían evitarse.
Infecciones y defunciones siguen en aumento en Puebla
De acuerdo con datos públicos de la Secretaría de Salud Estatal, disponibles en la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT), entre enero y septiembre de 2023, se registraron 105 defunciones relacionadas con VIH. El informe indicó que el virus fue el factor desencadenante de otras enfermedades que finalmente llevaron al deceso de los pacientes.
Las causas de muerte más comunes fueron infecciones graves, como las provocadas por micobacterias, infecciones bacterianas o múltiples, enfermedad por citomegalovirus, infecciones virales, micosis, neumonía, así como tumores malignos, como el sarcoma de Kaposi y el linfoma de Burkitt.
Sin embargo, la situación empeoró en 2024. Durante el mismo período, las defunciones aumentaron significativamente, alcanzando las 143 muertes, lo que representó un aumento del 36.1 por ciento en comparación con el año anterior.
El registro mensual de decesos para este año, evidenció que, mes a mes, las muertes continuaron: en enero fueron 15, en febrero 10, en marzo 21, en abril 24, en mayo 20, en junio 11, en julio 15, en agosto 13 y en septiembre 14.
Las causas de muerte en 2024 fueron similares a las del año anterior, incluyendo infecciones por micobacterias y virus, así como micosis, neumonía, linfoma de Burkitt, linfoma no Hodgkin y tumores malignos. También se registraron casos de encefalopatía, síndrome caquéctico, anomalías inmunológicas y hematológicas.
Por otro lado, el Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud Federal, publicado hasta la semana 46 (11 de noviembre de 2024), reportó un total de 326 nuevas infecciones en Puebla, de las cuales, 287 correspondieron a hombres y el resto a mujeres. Esta cifra reflejó un aumento alarmante del 83 por ciento en comparación con las 178 infecciones reportadas en el mismo período del año anterior.
Lo más preocupante, en opinión de Onán Vázquez, activista y miembro del Consejo Estatal para la Prevención y Control del VIH/SIDA, es que, de las infecciones registradas en 2024, cuatro de los casos fueron de recién nacidos, lo que representa una clara señal de que aún existen fallas en los mecanismos de prevención y atención.
Pese a que existe más información, siguen los prejuicios
Onán Vázquez, también es activista y presidente de No Dejarse es Incluirse A.C. Él afirmó que, aunque el miedo al VIH ha disminuido, la discriminación, tasas de infección y la mortalidad siguen siendo altas. Las personas con VIH continúan enfrentando exclusión social y las autoridades deben intensificar esfuerzos para reducir tanto las infecciones como muertes.
Vázquez explicó que, en los primeros años de la epidemia, el VIH se percibía como una sentencia de muerte, ya que no existían tratamientos eficaces y la información era limitada. La enfermedad estaba estrechamente vinculada con el estigma social, lo que generaba miedo y desinformación.
Con la introducción de los medicamentos antirretrovirales en los años 90, el panorama cambió: hoy, una persona con VIH puede llevar una vida casi normal si sigue el tratamiento adecuado, lo que ayuda a reducir el miedo y mejorar la calidad de vida de quienes viven con el virus.
A pesar de los avances, el VIH sigue siendo un grave problema de salud pública que requiere atención constante. El activista señaló la falta de infraestructura en Puebla, donde solo existen dos CAPASITS, lo que deja a muchas personas en municipios alejados sin acceso adecuado al tratamiento.
Igualmente, el VIH sigue siendo estigmatizado, especialmente en comunidades vulnerables como la LGBT+, los trabajadores sexuales y las personas que consumen drogas inyectables.
Esta percepción se ve alimentada por la falta de comprensión sobre cómo se transmite el virus, y por la desinformación sobre los avances en el tratamiento, como la carga viral indetectable, que significa que una persona con VIH no puede transmitir el virus si recibe tratamiento.
La discriminación refleja no solo ignorancia sobre la transmisión del virus, sino también una falta de aceptación hacia la diversidad sexual y las realidades sociales de muchas personas. Desde su óptica, las autoridades también deben de crear políticas que ayuden a eliminar el estigma, promover la empatía, la educación y la comprensión hacia quienes viven con VIH.
Hacerse pruebas periódicas y recibir tratamiento lo antes posible
Por su parte, Néstor López, activista por los derechos humanos y VIH positivo, aseguró que la clave para prevenir muertes es seguir el tratamiento médico de manera estricta desde el momento del diagnóstico y acudir al médico inmediatamente después de saber que se está infectado.
Coincidió con Onán Vázquez, al destacar que la atención en los CAPASITS es buena, pero se requieren más centros especializados que no solo diagnostiquen el VIH, sino que también ofrezcan acompañamiento constante. La falta de infraestructura en algunas regiones es un obstáculo que impide que todos los pacientes reciban el cuidado adecuado.
Cuando una persona descubre que tiene VIH, lo primero que debe hacer es buscar atención médica para iniciar un tratamiento adecuado. En Puebla, el primer paso es acudir a un CAPASITS, donde los profesionales capacitados pueden ofrecer una atención integral, que abarca desde el diagnóstico hasta el tratamiento y seguimiento.
Si no hay un CAPASITS cercano, se puede acudir a hospitales generales o centros de salud públicos, que, aunque no están tan especializados, pueden iniciar el diagnóstico y referir al paciente a una unidad más adecuada si es necesario.
El tratamiento con antirretrovirales debe comenzar lo más rápido posible, ya que esto no solo mejora la salud a corto plazo, sino que también reduce la carga viral, lo que hace prácticamente imposible transmitir el virus a otras personas.
Es fundamental que la persona reciba orientación sobre cómo llevar un estilo de vida saludable y cómo prevenir la transmisión del virus. Néstor recalcó que la clave es actuar de manera rápida y acudir a los servicios médicos especializados.
Por último, ambos activistas, coincidieron en la importancia de que las autoridades trabajen de forma colaborativa con ellos y con la sociedad civil para comprender mejor la situación del VIH/SIDA.
Los activistas, con su cercanía a las comunidades más vulnerables, como la población LGBT+, trabajadores sexuales y personas en situación de vulnerabilidad social, son clave para la sensibilización y la desestigmatización del VIH.
La colaboración con estos grupos ayudará a las autoridades a diseñar políticas públicas más efectivas, inclusivas, adaptadas a las necesidades de los afectados, mejorando el acceso al tratamiento y la prevención en todas las poblaciones.