El 15 de octubre de 2017, el Papa Francisco los elevó a los altares y los llamó protomártires de América
Este martes 15 de octubre Tlaxcala celebra el séptimo aniversario desde que los niños indígenas Cristóbal, Antonio y Juan fueron canonizados en Roma por el Papa Francisco. Fue el 15 de octubre de 2017 cuando en los libros de los santos de la Iglesia quedaron inscritos los nombres de los infantes tlaxcaltecas, mártires que fueron asesinados entre 1527 y 1529 por odio a la fe; es decir, por defender el catolicismo.
Los Niños Mártires, originarios de Atlihuetzia, Yauhquemehcan, y Tizatlán, Tlaxcala, fueron llamados protomártires de América, definición que los reconoce como los primeros evangelizados en el continente en morir al defender la nueva fe.
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Hace siete años tuvo lugar la misa de canonización y Ángelus, en la que el Papa Francisco reconoció como santos a los beatos tlaxcaltecas, los primeros evangelizados en Nueva España por los frailes franciscanos y dominicos inmediatamente después de la Conquista.
Ese día fue de júbilo para los católicos de Tlaxcala y del país, pues después de más de 40 años quedó consolidado el proceso de canonización.
En 1982, el primer obispo de Tlaxcala, Luis Munive y Escobar, fue quien introdujo la causa de beatificación. En el segundo viaje que el papa Juan Pablo II hizo a México los niños tlaxcaltecas fueron beatificados el 6 de mayo de 1990, en la Basílica de Guadalupe.
Durante la canonización, junto a los llamados “Patronos de la Niñez Mexicana” también fueron reconocidos como santos el presbítero André de Soveral y Ambrosio Francisco Ferro, así como a Mateus Moreira, junto con otros 27 compañeros que fueron martirizados en 1645 en Río Grande del Norte, Brasil.
CANONIZACIÓN, PROCESO ECLESIÁSTICO EXTRAORDINARIO
Cristóbal, Antonio y Juan fueron reconocidos como santos tras un proceso eclesiástico extraordinario que reconoció sus virtudes cristianas sin cumplir con los requisitos de un milagro y de las reliquias de sus restos.
Según lo establecido por la Iglesia católica, para lograr una causa de canonización de un fiel, una vez que existe la beatificación, es necesario seguir dos procesos: uno de virtudes heroicas y demostrar que el beato ha intercedido en un milagro del beato.
Pero en el caso de los santos Niños Mártires de Tlaxcala llegaron a la santidad tras un proceso especial, y por la aprobación del Papa de la extendida y continuada devoción popular de la que gozan en tierras mexicanas.
En 2017, el fray Luis Martín Martínez Muñoz, vicepostulador general de la Orden de los Frailes Menores, explicó que fue una canonización extraordinaria porque la norma es que se necesita presentar ante la Congregación para las Causas de los Santos un posible milagro para que el beato pueda ser reconocido como santo.
La Iglesia decidió hacerlos santos al reconocer su ejemplo que, a pesar de su pequeñez, fueron personas llenas de coraje, de decisión, creyentes en Jesucristo y que dieron testimonio, ya que tampoco están identificados los lugares exactos de sus sepulturas.
Tampoco existe una reliquia de primer grado (un trozo de hueso o alguna parte de su cuerpo) ni reliquias de segundo grado (vestimentas u objetos de ellos), que es el otro proceso para lograr la canonización.
Tlaxcala presentó en Roma una reliquia de tercer grado, una extracción de tierra de Atlihuetzia, donde fue martirizado Cristóbal, y otra más de Cuauhtinchán, Puebla, en donde fueron martirizados Antonio y Juan, pero no para ser consideradas evidencia de la canonización.
Lo que sí entregó la Diócesis de Tlaxcala fue abundante material y pruebas documentales que dan cuenta de la existencia y obra de los santos tlaxcaltecas.
LOS NIÑOS MÁRTIRES
Los tres santos Cristóbal, Antonio y Juan fueron niños indígenas tlaxcaltecas en diferentes años y lugares fueron asesinados por defender y difundir el catolicismo.
Cristóbal nació en Atlihuetzia entre 1514 y 1515, era hijo predilecto y heredero del cacique Acxotecatl y cuando intentaba difundir el catecismo su padre lo asesinó a golpes, luego lo arrojó al fuego y aunque su madre lo salvó, murió días después. Eso ocurrió en 1527 cuando, el niño tenía 13 años.
Antonio y Juan nacieron entre 1516 y 1517 en Tizatlán, actualmente municipio de Tlaxcala. Antonio era nieto de Xicohténcatl, Señor de Tizatlán, y heredero del Señorío; mientras que Juan, condición humilde, fue servidor de Antonio; ambos se educaban en la escuela franciscana de Tlaxcala.
En 1529 acompañaron a los padres dominicos a evangelizar Oaxaca, pero en su paso por Cuauhtinchán, Puebla, en una casa Juan se quedó en la puerta y Antonio entró a recoger los ídolos, fue en ese momento cuando llegaron los pobladores armados con palos y les arrebataron la vida a golpes.
Luis Martín Martínez Muñoz, vicepostulador general de la Orden de los Frailes Menores, aseveró en su momento que las trágicas historias de los niños se convirtieron en figuras emblemáticas y llegaron a capturar la atención de los papas.
SUS TEMPLOS
Desde 2014, el exconvento de La Purísima Concepción de María, en Atlihuetzia, Yauhquemehcan, es el Santuario Diocesano de los Niños Mártires, lo anterior, al quedar establecido en un Decreto emitido por el entonces obispo de Tlaxcala, Francisco Moreno Barrón.
En la comunidad de San Esteban Tizatlán, hace ya varios años, fue construida una capilla en honor a los santos Antonio, Cristóbal y Juan, la cual se ha convertido en un inmueble de suma importancia para la veneración de los santos.
Además, existe uno más, cuyo proyecto de construcción es también en Tizatlán, municipio de Tlaxcala, en un lugar cercano a la zona de hospitales en San Matías Tepetomatitlán, Apetatitlán. En diciembre de 2020, autoridades estatales, municipales y el obispo de Tlaxcala, Julio César Salcedo Aquino, colocaron la primera piedra del Santuario de la Misericordia, dedicado a Antonio, Cristóbal y Juan.
EL APUNTE
San Cristóbal, san Antonio y san Juan son llamados apóstoles de la infancia y juventud de América.
La fiesta diocesana de los Niños Mártires se celebra el 23 de septiembre.