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    Nacer mujer y ser indígena en Puebla, un doble reto social

    Cada 5 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena, que busca visibilizarlas, honrarlas y exponer sus necesidades

    En el estado de Puebla nacer mujer y ser indígena representa un doble reto social debido al limitado acceso a los derechos básicos, así como la insuficiente representación política que impide que su voz se escuche en los espacios de toma de decisiones, lo que perpetúa políticas que no abordan sus necesidades específicas ni reconocen su papel vital en la sociedad.

    A pesar de esto, para este sector de la población ser indígena es símbolo de orgullo, además de ejemplo de preservación de tradiciones y costumbres.

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    Cada 5 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena, que busca visibilizarlas, honrarlas y exponer sus necesidades. En Puebla un total de 542 mil 042 mujeres se autoidentifica indígena, de acuerdo con los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

    Según la investigadora del Tecnológico de Monterrey campus Puebla, Juliana Vivar Vera, las mujeres indígenas diariamente se enfrentan a barreras sociales que les impiden desarrollarse en su totalidad, siendo el acceso a la educación el principal obstáculo. Si bien, con el paso del tiempo se han logrado avances, todavía no hay un acceso total ya que se ven obligadas a desempeñar otras tareas.

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    A ello se suma el racismo y discriminación social por utilizar indumentaria tradicional, tener un color de piel diferente o el hablar una lengua indígena, pues de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2022 del Inegi, Puebla ocupó el segundo lugar nacional con el mayor número de mujeres discriminadas por ser indígenas (32.6 por ciento).

    “El ser mujer en una población indígena representa más complicaciones, es una doble discriminación. Se le limita el derecho a su autonomía, no pueden acceder a la educación, que es algo fundamental, y, en cambio, se les sigue involucrado con otro tipo de trabajos, como el cuidado de la casa”, señaló.

    La académica agregó que otra de las limitantes es la falta de representación en espacios de toma de decisiones, ya que ni la paridad ni la inclusión de acciones afirmativas ha logrado que la mujer indígena destaque en la política a nivel local, esto provoca la nula creación de políticas publicas que atiendan sus verdaderas necesidades.

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    Consideró que la exclusión en estos espacios no recompensa la importancia de su papel como defensora y guardiana de sus territorios. “La representación ha hecho falta que se replique en la realidad, eso ha implicado la vulneración e invasión de espacios territoriales porque ahí obtienen sus recursos para poder sobrevivir, su lengua indígena tampoco se ha visto representando en los diferentes espacios”, apuntó.

    Vivar Vera urgió la necesidad de que esta población tenga mayor representación en la toma de decisiones, desde lo comunitario hasta lo político, pues sólo así se pueden crear normativas y acciones con perspectiva de género, derechos indígenas y atender sus necesidades reales.

    Mujeres piden visibilización

    A pesar del panorama que juega en su contra, Lourdes García, originaria de Tepatlaxco, dijo estar orgullosa de sus raíces, representar a las mujeres indígenas y preservar su lengua materna. Para ella salir adelante no ha sido una tarea sencilla, pues se ha enfrentado a actos de discriminación por su vestimenta y el seguir hablando náhuatl.

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    “A veces por el modo de hablar y el tono de piel se acentúa el señalamiento, yo pienso que es por ignorancia o actitudes que se replican de generaciones atrás, pero, a pesar de esto, como tengo el pecho sano pues trato de no tomarlo en cuenta, se ignora”, comentó.

    La mujer de 52 años, quien se dedica a la siembra de alimentos como maíz, frijol, calabaza y otros alimentos, consideró que son un sector de la población olvidado, pues no existen programas gubernamentales que muestren su trabajo, sus tradiciones o costumbres y lo que aportan a la sociedad.

    “Que nos empiecen a mirar con otros ojos, que a través de lo que somos nos vean como personas valiosas, como todas; en este siglo ya no debería de existir este señalamiento de lo que vale cada persona”, lanzó.

    A esta postura de visibilización se sumó Marina Flores Hernández, originaria de San Gabriel Chilac, quien se dedica a la elaboración y venta de ropa típica, pues reconoció que las mujeres se enfrentan a un sinfín de barreras que les impiden desarrollarse plenamente, como las labores del hogar que desempeñan exclusivamente.

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    No obstante, expuso que no es sinónimo de vergüenza formar parte de la comunidad indígena, al contrario, refirió que representa un orgullo ser una mujer que preserva sus tradiciones y continúa fomentando el habla de alguna lengua indígena.

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    “Todas las mujeres que vivimos en México somo indígenas, solo que algunas no aprendieron algún idioma, yo tuve la dicha de conocerlo y hablarlo, busco rescatarlo y preservarlo porque es un orgullo tener estas raíces”, finalizó.

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