[Video] Rincones sagrados | Exmonasterio de Atlihuetzia, testigo de la evangelización

Solo la nave del templo y la capilla abierta quedan del corazón religioso, cultural y político de toda la región, un monumento histórico para Tlaxcala, México y América: el exconvento edificado en lo que ahora es Atlihuetzia, en Yauhquemehcan, erigido en honor de la Purísima Concepción de María. Relevante, entre otras cosas, por ser el sitio donde nació y fue asesinado el primer mártir de América: san Cristobalito.

Hoy día, sobrevive en pie la capilla abierta, la cual evidencia que se trató de un monasterio franciscano, quizá el más importante de los edificados en la entidad por tratarse de un sitio de adiestramiento donde surgieron los primeros músicos y artistas de la región.

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Junto con las otras 11 edificaciones conventuales franciscanas distribuidas en el territorio tlaxcalteca, este rincón sagrado de Tlaxcala contribuyó a la consolidación de la evangelización y la conversión al catolicismo de los indígenas, por lo que cada metro de construcción sostiene una fuerte carga histórica para el territorio.

VESTIGIOS DE UN GRAN MONASTERIO

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El exconvento de Santa María de la Concepción data del siglo XVI. El Instituto Nacional de Antropología e Historia reseña que el templo fue trazado por Hernán Cortés y trabajado por manos de nativos a lo largo de unos 40 o 50 años, pero que el paso del tiempo redujo a una estructura de paredones que aún conservan su misticismo, belleza y sincretismo.

Los materiales de los muros indican un cimentado diferido por etapas, así como la posibilidad de haber sido una gran fortaleza. Además, por los restos de mechinales que existen en el sotacoro, se nota que el coro se apoyaba en viguería.

El ayuntamiento de Yauhquemehcan detalla que la destrucción de la techumbre ocurrió en 1725, mientras que la torre del convento fue derribada por un ciclón en julio de 1882. La fachada principal es aparente y los muros son de piedra, tepetate y ladrillo, con un espesor de 1.40 metros.

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Impresiona que los habitantes de aquel entonces construyeron un convento que por cerca de 500 años ha resistido todo tipo de fenómenos naturales. No obstante, de ese imponente convento únicamente se conserva la capilla abierta, la nave del templo, la arquería y gran parte de la barda perimetral.

Al ingresar, de lado izquierdo es posible encontrar lo que en su momento fue la capilla abierta que permanece prácticamente entera. Metros más adelante está la entrada al templo, del cual es posible observar la nave, ya sin techo, y restos de las vigas que sostenían el coro, y es debido a información de algunos autores e historiadores que se sabe sobre la desaparición de cuatro capillas posas.

Los enormes muros, con algunas puertas en la parte superior, dan testimonio de la dimensión que en ese momento tuvo el exconvento no sólo en la región, sino en todo lo que ahora es Tlaxcala.

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Algunas pinturas plasmadas sobre las paredes se resisten a desaparecer por completo, y quienes se acercan a esos espacios de piedra en pie, blanqueadas aparentemente con cal, pueden percibir los restos de los esbozos que han sobrevivido a temblores, al sol, al aire, a la lluvia y hasta a los fenómenos antropogénicos.

De lo que ya no existe rastro es de las dependencias de los franciscanos y los espacios donde fueron levantados los huertos, mucho menos de las construcciones que fueron sus cocinas, comedores, recámaras, centros de adiestramiento ni las escuelas.

Lo que antes eran el claustro alto y claustro bajo con el pasar de los años se convirtieron en un panteón, sitio que ya no es usado para esos fines.

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TEMPLO Y ESCUELA DE ARTISTAS

David Chamorro Zarco, cronista municipal de Yauhquemehcan, señala que el exconvento de estructuras mudéjares fue una importante instalación religiosa y, entre otras cosas, una unidad económica completa y sede de las primeras escuelas de artes y oficios de América.

Eso siguiendo las ideas y recomendaciones que habría hecho Juan Pedro de Gante. Él comprendió muy bien que a los indígenas había que cambiarlos a través de la educación, y a eso enfocaron sus esfuerzos, expresó en entrevista con Merolico Informativo 🧿.

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Sus investigaciones detallan que la intención de las escuelas era que todos los niños, principalmente los hijos de nobles, recibieran educación cristiana (el catecismo) y después, con base en sus habilidades, pudieran ser enfocados al desarrollo de diferentes artes y oficios, como la plomería, orfebrería, cestería, pintura, escultura o albañilería, entre otros. De estas instalaciones salieron los hombres especializados que construyeron no solamente la Tlaxcala, sino el México central actual.

Seguramente de aquí fueron los primeros pintores o los primeros escultores que hicieron muchas de las obras de arte sacro que actualmente causan admiración. Hacia el siglo XVII o XVIII muchos jóvenes acudían a Puebla a tomar clases de alta especialidad, sobre todo en arte barroco, pintura y escultura, agregó el cronista.

Al hablar de la edificación, cuyos muros siguen arriba a casi 500 años de haber sido construidos, el historiador asegura que ello refleja una idea de la dimensión de lo grandioso de la historia del lugar.

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Los españoles, conscientes de que los indígenas no estaban acostumbrados a los espacios cerrados, determinaron que debían edificar áreas abiertas para hacer las celebraciones y es por eso que el templo cuenta con la capilla abierta, lugar en donde meramente se instaló el altar para llevar a cabo la liturgia con el pueblo sentado alrededor.

Esta se utilizó para las celebraciones eucarísticas del templo y fue construida con tres arcos que significan las tres virtudes o tres compromisos de los franciscanos: castidad, pobreza y obediencia.

Por su parte, el antiguo monasterio existió como una edificación enorme dedicada al culto, pero al estilo de los indígenas y seguramente fue erigida con piedra hallada en el sitio, tal vez con los mismos materiales que primeramente utilizaron en los antiguos templos, los teocallis, debido a que no había recursos para adquirir materia prima diferente.

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El exconvento de Atlihuetzia empezó a construirse por manos indígenas entre 1535 y 1540, y aunque no existe una fecha exacta de su culminación, hay testimonios de que para 1585 todos los conventos en Tlaxcala ya estaban terminados, por lo que el de La Purísima Concepción de María les habría tomado unos 40 años de trabajo.

Se trata de una construcción tipo basílica, y no en cruz como muchos templos católicos, con mucha reminiscencia de lo que fueron las primeras construcciones de las iglesias romanas. A pesar de estar en ruinas y destechado, el edificio no ha sucumbido y destacan de él su belleza y magnitud.

En otros edificios ya no se ve lo que fueron en su antigüedad, pero cuando los miramos nos damos cuenta de que la construcción es de tipo basílica, es un rectángulo diferente de algunas iglesias donde el rectángulo se abre a dos capillas que están al lado de las cúpulas que son los brazos, y después continúa la cabeza de la cruz, por eso la construcción se llama planta de cruz latina. Sí se ve desde encima es una cruz, explicó Chamorro Zarco.

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A pesar de que no hay documentos testimoniales que lo sustenten, es seguro que en la parte trasera del exmonasterio debieron haber estado el huerto y las hortalizas, y alrededor del templo las dependencias de los monjes, la cocina, baños y demás espacios.

Aunque existen los muros en pie y las tres arcadas de la nave, el templo conventual ha sido víctima de diversos fenómenos naturales, como aquel devastador temblor de finales del siglo XVIII que derribó muchas estructuras y causó serias afectaciones al de Atlihuetzia, entre ellas la desaparición de algún retablo, que era donde se llevaba a cabo la liturgia.

En algunas paredes hay reminiscencia de pintura, algunas personas han aplicado algunos estudios de estética, pero la verdad es que con el paso del tiempo, el agua y el sol se han ido perdiendo, pero imagínense que esto no era una construcción desnuda, estaba colorida, porque la misión que tenían era contar historias, resaltó.

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Cabe señalar que, en el antiquísimo inmueble todavía quedan rastros de lo que era el empotramiento de un púlpito y la parte por donde entraba el sacerdote para la celebración de la entrada a la sacristía.

EL DECLIVE DEL EXCONVENTO

El declive estructural y de uso del convento llegó en 1640, cuando los franciscanos vivieron un proceso doloroso: la secularización del credo, que quiere decir que los frailes ya no deben salir de sus conventos y entonces se le otorga el poder a la Iglesia secular que se hace cargo de enseñar el Evangelio y de brindar a la comunidad los servicios ordinarios.

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En ese momento, comenzó a gestarse una nueva realidad y entonces el convento de Atlihuetzia quedó en desuso, con lo que inició la construcción de la iglesia que está abierta al culto, dedicada a Santa María de la Concepción, ubicada a unos metros del exconvento.

Esta inició su construcción el mismo año de abandono del convento y se extendió durante un tiempo significativo, entre otras cosas, por falta de recursos económicos y carencia de fuerza de trabajo para lograrlo.

CUNA DE LA EVANGELIZACIÓN, POR CRISTÓBAL

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Atlihuetzia fue una comunidad importante para la fe cristiana, al ser el lugar donde nació y murió Cristóbal, el primer mártir del catolicismo en América. El niño se formó en la escuela del exconvento de Santa María de la Concepción y siempre mostró una comprensión diferente del cristianismo, con una valoración distinta de lo que era la realidad y poco coincidente con el mundo que veían sus mayores.

Cristóbal decidió derribar los ídolos a los que les daba devoción su padre Acxotecatl, él montó en cólera y lo golpeó a palos de tal manera que le causó la muerte. El niño Cristóbal fue el primero que cayó en tierras americanas al defender la fe cristiana.

Antonio y Juan, naturales de Tizatlán, son los otros dos niños mártires, pero su historia es distinta, puesto que ellos sufrieron el martirio fuera de su comunidad, en lo que ahora es la ciudad poblana de Cuautinchán, donde por acompañar a un religioso y promover las ideas la población los apedrearon hasta causarles la muerte entre 1527 y 1529, tiempo en que frailes franciscanos y dominicos hacían su labor de evangelización en América.

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El 15 de octubre de 2017 los tres niños fueron elevados a los altares como santos de la Iglesia católica, los primeros de origen tlaxcalteca y desde entonces patronos de la niñez mexicana.

SANTUARIO DE LOS NIÑOS MÁRTIRES DE TLAXCALA

En septiembre de 2014 fue promulgado el Decreto por el cual el entonces obispo de Tlaxcala, Francisco Moreno Barrón, declaró Santuario de los Beatos Niños Mártires Tlaxcaltecas Cristóbal, Antonio y Juan, el exconvento franciscano de la Purísima Concepción de María, situado Atlihuetzia, Yauhquemehcan.

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Aunque físicamente la mayor parte de la construcción luce en ruinas, es un espacio que durante todo el año, principalmente el día de su fiesta patronal (23 de septiembre), congrega a peregrinos de distintos lugares.

El decreto señala que Atlihuetzia es la primera población tlaxcalteca a la que llegaron los conquistadores españoles en 1519. Entre ellos venían el Padre Juan Díaz, sacerdote secular y Fray Bartolomé de Olmedo, de la Orden de los Mercedarios, quienes iniciaron la primera evangelización del pueblo tlaxcalteca.

Añade que ahí, en 1514 nació el hijo de Acxotecatl (cacique de esa población) que al ser bautizado recibió el nombre de Cristóbal, pero en 1527 fue martirizado por su padre en este mismo lugar.

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A lo largo del siglo XVI los franciscanos levantaron en Atlihuetzía una de sus majestuosas construcciones para evangelizar a los naturales: el Convento de la Purísima Concepción de María. Aunque ha sufrido varios lamentables deterioros, es un espacio privilegiado que congrega peregrinos de distintos lugares y que permanece en condiciones de ser restaurado, dice ese importante documento.