Merolico Informativo 🧿platicó con varios campesinos de diferentes municipio; la primera había llegado a las 7 de la noche del día anterior
Los campesinos poblanos que acuden al Registro Agrario Nacional (RAN), órgano desconcentrado del gobierno federal que se ubica en la capital del estado, sufren malos tratos, deficiente atención y demoras en trámites que tendrían que ser sencillos pero que tardan años en concretarse debido a la negligencia de los funcionarios que ahí laboran y a la incapacidad de la delegada, Nora Estela Esquitín de la Madrid, para ponerlos a trabajar.
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Como usuarios del RAN, varios con más de 70 años de edad o con alguna discapacidad, deben pernoctar en la vía pública para obtener una ficha, pasar muchas horas de pie, a pleno sol o frío para defender su lugar, soportar actitudes déspotas del personal y aguantar un viacrucis que puede durar hasta ocho meses para concretar un trámite, el cual dé certeza jurídica a sus patrimonios.
Aquí no aplica ese principio que tanto presume la Cuarta Transformación y que asegura que “primero es el pueblo”.
Estas adversidades no son las únicas que enfrentan los campesinos, porque también, obligadamente, deben cubrir gastos que no son reembolsables, como los traslados de sus municipios de origen hasta la ciudad capital, donde están situadas las instalaciones del RAN, el pago de taxis, la compra de algún alimento y en varios casos, rentar una habitación de hotel por si tienen que regresar al siguiente día
Los agricultores, además, costean pagos menores a precios exagerados, como una copia fotostática a cambio de cinco pesos o comprar formatos oficiales en 35 pesos, así como aquellos determinados para ocupar un sanitario o una silla.
No obstante, estos desembolsos se incrementan, según sea el número de visitas del usuario para concluir cualquier trámite, donde los más solicitados son los registros de enajenación de derechos parcelarios (venta de parcelas), expedición de constancias de inscripción o títulos de propiedad, vigencia de derechos o listado de ejidatarios, registro de traslados de derechos agrarios por la muerte del titular y rectificación de asientos registrales, pues todos requieren mínimo medio año de tiempo de seguimiento.
Merolico Informativo 🧿platicó con varios campesinos de diferentes municipios del estado, quienes esperaban un turno, un día en que la fila era integrada por más de 200 personas, donde la primera había llegado a las 7 de la noche del día anterior y la última minutos antes de las 8 de la mañana.
La mayoría de los usuarios destina de mil a cuatro mil pesos para llegar a esta oficina que solo atiende cinco horas en día hábil, de 09:00 a 14:00 horas.
Muchos de ellos, en algún momento, optaron por contratar un gestor o abogado para agilizar su proceso, pero algunos terminaron estafados, al no tener los resultados esperados.
Todos coincidieron que llegar a estas instalaciones de gobierno es perder uno o días de trabajo y prepararse para cualquier sorpresa, ya que, por la falta de un documento, son regresados, sin considerar la lejanía de sus hogares, la poca disponibilidad de recursos económicos, su edad, enfermedades que padecen y desconocimiento para transitar por la ciudad capital, pues muchos no saben leer o escribir.
Molestos, aprovecharon la presencia de esta reportera para cuestionar los periodos de respuesta para conocer si una petición es procedente o no, porque deben esperar tres meses para saber y ese tiempo les representa gastos y sufrir el “calvario” que se vive afuera y dentro del RAN, el cual podría ser menor si este gremio fuera beneficiado con la entrega de fichas o la apertura de oficinas distritales.
Pedimos un mejor trato y ventanillas al interior del estado
Don José, de 68 años de edad, contó que vive en el último pueblo cercano al Pico de Orizaba, que corresponde al municipio de Tlachichuca, y desde un día antes llegó a las oficinas del RAN para hacer el trámite, con el cual pasará sus tierras a nombre de su hijo.
Llegué con mi esposa a las 7 de la noche y estuvimos un rato, pero unas personas de buena voluntad nos apartaron nuestro lugar, para que nos fuéramos a quedar a un hotel, porque nos vieron sin cobijas y sin nada para dormir aquí afuera y pues nos fuimos un rato y hoy antes de que amaneciera llegamos otra vez expresó.
Desde la larga fila, confió en que sería atendido y que en esta ocasión sí pasarían sus papeles, ya que era su segunda visita.
“Mis papeles tienen más o menos dos años que los ando moviendo con abogados y la verdad me han quitado dinero nada más y por eso ya vine directamente acá, porque he pagado mucho, a uno le dí mil 800 pesos por título y a otra licenciada dos mil 500 por sus servicios y ninguno me entregó nada”, reveló.
Añadió que juntó mil pesos para pagar los gastos del viaje, que se hubiera ahorrado si Tlachichuca u otro municipio de la región tuviera una oficina agraria en apoyo de las personas que ya no pueden caminar y que deben venir, pues en su caso todavía pueda estar de pie, pero algunos ya no y deben pasar la noche en la calle.
Es muy triste vivir en el campo, no tenemos apoyo de los presidentes, no es verdad eso que dicen que nos van a ayudar, no nos llega nada, hasta el agua año con año ya no llega y ya el campo da tristeza, en mi comunidad ya solo los niños y las personas como yo somos los que estamos trabajando, porque los jóvenes prefieren la ciudad remató.
No lejos de don José estaba formada Guadalupe Vázquez Castañeda, vecina del municipio de Zacapoaxtla, quien es ejidataria y esperaba que el RAN abriera sus puertas para continuar con su trámite, que era un proceso de enajenación.
“Es muy complicado, ya estamos aquí y luego nos regresan y que vayamos a traer otros papeles y en nuestras comunidades hay un comisariado, pero también algunos nos piden dinero para darnos una firma y eso pienso que no está bien, pero pues aquí seguimos haciendo el trámite, espero que no me regresen, porque ya una vez lo hicieron”, manifestó.
Añadió que desde enero de este año ha gastado 30 mil pesos para poner a su nombre unas tierras que adquirió y ha tenido un poco de ahorro, porque cuando viene a la ciudad, una hermana le da hospedaje, le presta una silla y la apoya con el traslado para que llegue a las 5 de la mañana.
“Ojalá fuera más ágil el servicio y que haya más información, porque mucha gente llega y no sabe qué papeles traer y te regresan y pues en el RAN todo el trámite es gratis, pero los gastos no y pues desde enero espero mi documento, a ver si esta ocasión ya sale”, concluyó.
En otro punto de la fila, Argimiro Muñoz, campesino de Huaquechula, contó que, por su edad, casi 70 años, un familiar lo acompañó para que no se cansara tanto, mientras preguntan qué hacer para iniciar un proceso de traslado de derechos.
“Ya estamos acá, me habían dicho que había mucha gente y es cierto, lo bueno que trajimos un banquito, ojalá nos atiendan y que no nos digan que nos falta algo o que vengamos mañana, porque desde las 4 de la mañana salimos del pueblo, pero sí es cansado venir hasta acá, pero era necesario, porque solo queremos ver si hay o no sucesor de un patrimonio de mi papá”, compartió el campesino, quien consideró como necesaria una mejor atención en esta oficina.
Con él coincidió Diego Condado Gavilán, de 70 años de edad y vecino de San Diego El Organal, comunidad de Huaquechula, quien haría entrega de su expediente.
“Ojalá me atiendan rápido y me acepten lo que traigo, porque venir otra vez está duro, hoy me acompaña mi esposa y los gastos son fuertes y la venta de elote, que es lo que vendo, no está buena como antes, ya el precio ya no nos ayuda, quieren pagar la pieza a menos de un peso y pues así uno no puede salir adelante y tampoco avanza uno, ya el campo no es lo de antes”, precisó.
Se quejó del calor que “ya pegaba” en las primeras horas del día.
En los últimos sitios de la fila, Augusto Rojas Sánchez estaba formado para garantizar el lugar a su papá, don Nicasio, de 80 años de edad, quien pasaría a la oficina de gobierno para pedir un título parcelario.
“Venimos del último pueblo abandonado de Puebla, que colinda con Morelos, San Antonio Alpanocan, y nos da alivio que hoy la fila esté pequeña, la otra vez venimos y ya había como 400 personas, ya ni pasamos, pero hoy sí pasaremos”, estimó.
Cuestionado sobre el servicio del RAN, ventiló que es necesaria la descentralización de sus oficinas, porque en su caso, tuvo que pagar dos mil pesos al taxi que los trasladó hasta las instalaciones y valoraba pagar lo mismo por el regreso.
Desde las cuatro de la mañana salimos del pueblo olvidado del que somos, y pues esta visita nos saldrá en cinco mil, pero si no comemos y nos apretamos la panza y comemos hasta la casa, pues ya nos ahorramos mil pesos, pero sí es un gasto fuerte venir finalizó.
En tanto, las hermanas Ana Alicia González y Berdina González, de Acatlán de Osorio, también se unieron a la lista de quejas en contra del RAN, ya que criticaron que sólo atienda cinco horas, porque eso afecta a la gente que viene de municipios del interior del estado, como es su caso.
“Es la segunda vez que venimos y según hoy nos darán la respuesta de si avanza o no nuestro caso, porque la primera vez sí nos recibieron nuestros papeles, que previamente un abogado los integró, y pues esa vez pasamos rápido, ahorita ya no sabemos”, reiteraron.
Por su parte, Jazmín Domínguez, vecina del municipio de Aljojuca, pidió que por lo menos las autoridades pongan un “techito” o den fichas para que puedan moverse a las zonas con sombra, sin perder su lugar.
“Yo empecé a venir en enero, pero por un documento que estaba mal, me regresaron y el personal me ha hecho venir en otras ocasiones, porque otra cosa que tiene de malo esta dependencia es que no te acepta dos expedientes en el mismo día, solo es uno por día y pues hay que volver a venir, y son gastos y gastos, y pues sería bueno que nos atiendan bien o que pongan más oficinas o ventanillas, o al menos que nos pongan una sombra, porque todo el día en el calor, no es de Dios”, sostuvo.
Gestores y abogados son tratados por igual
El mismo “calvario” de los campesinos es vivido por algunos gestores y abogados, quienes levantaron la voz ante este medio de comunicación para ventilar que esta dependencia, adscrita a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), solo entrega diez fichas diarias a este gremio, lo que hace que tengan que pernoctar para lograr una.
Uno de ellos, quien evitó dar su nombre por temor a las represalias, ya que dice que sí las hay, reveló varias de las deficiencias en esta oficina, como la tardanza para notificar el avance de un proceso, los malos tratos de algunos empleados, principalmente de la guardia de seguridad que vigila la puerta, ya que tiene la atribución de decidir quién entra y quién no, así como de la ausencia total de la delegada, Nora Estela Esquitín de la Madrid, a quien este diario le pidió sin éxito una entrevista para conocer su respuesta a las denuncias.
Compartimos la idea de que los titulares puedan hacer sus trámites de manera directa, pero como abogados apoyamos a las personas que no pueden venir y lo que puedo decir es que el servicio está muy mal, porque es tardado, mínimo se debe esperar tres o cinco meses para que den la respuesta de si es o no favorable el proceso y luego se prolonga más el tiempo, por los errores del personal expuso.
Reprobó que el RAN no brinde la atención adecuada a los campesinos, ya que son personas con desconocimiento en los temas y lo que falta en la operación de esta oficina es información oficial al servicio de todos.
“Hago un llamado a la encargada de la delegación para que implemente algún otro mecanismo de atención y acelerar los trámites, porque ella no es accesible para nada, ahora ya de vez en cuando baja para ver las filas, pero anteriormente ni se aparecía, es imposible hablar con ella, aun cuando pides cita, y hay que sumar que la oficial de la entrada es una prepotente hasta más no poder, se toma atribuciones que no le corresponden y ella decide quién entra y quién no entra”, sostuvo.
En tanto, Socorro López Aparicio, gestora del municipio de Tlapanalá, compartió su experiencia y una queja a la vez, ya que, a su decir, la delegada viola la igualdad jurídica al solo otorgar 10 fichas a gestores, pese a que también ellos representan a campesinos que no pueden ir a realizar los procedimientos.
Se pronunció porque se amplíen las ventanillas de atención, al ser inaceptable que una oficina con tanta demanda opere pocas horas al día y con esquemas de trabajo no apegados a la realidad.
Mientras, Leticia, gestora de la región de Tepeaca, compartió que, para tener una ficha de atención, es obligado dormir a las afueras del RAN para dar resultados a los clientes
“Adentro hay personal atento, pero lo que pido es que den más fichas”, reiteró.
Campesinos, entre el desconocimiento y el olvido: especialista
El doctor Julio César Ávalos Huerta, catedrático de la Universidad Iberoamericana Puebla, afirmó que los campesinos de Puebla se enfrentan a una estructura burocrática complicada, porque muchos de ellos no tienen acceso a computadoras o son apoyados con asesorías jurídicas.
A ello sumó la existencia de pocas ventanillas abiertas dirigidas a atender las necesidades de la gran cantidad de usuarios.
“En principio todas las instituciones que están dedicadas a atender las necesidades de las personas del campo deben recibir mayor presupuesto, para que haya más ventanillas y mejores servicios y los campesinos no se enfrenten al muro que suelen encontrarse al solicitar un trámite”, recalcó.
Ventiló que el Registro Agrario, a nivel nacional, atiende una población de más de cinco millones de agricultores, donde algunos forman parte de las 32 mil instituciones ejidales contabilizadas en el territorio, y miles de ellos son poblanos.
Opinó que hace muchos años el campo en México dejó de ser una prioridad, porque hoy la esfera política del país centra más atención al crecimiento urbano, por ser más redituable, que a los campesinos.
Los políticos ponen más atención a los lugares donde hay más población, porque ahí habrá más votos, que aquellas donde hay sectores de la población dedicados a la actividad agraria, pues la última ha perdido interés en la política nacional y dejó de ser una prioridad acusó.
Indicó que en 1910 fue fortalecida la ley agraria, pero hoy ésta no tiene relevancia en las acciones gubernamentales, pues las ciudades “se comen” los terrenos agrarios.
El especialista agregó que el país enfrenta una situación crítica en muchos sentidos, donde las ciudades empiezan a colapsar por efecto del propio crecimiento, lo que ha derivado en que ya no sea suficiente el agua para dotar a sus habitantes.
Por eso subrayó que las autoridades deben ver al campo otra vez, no por voluntad política, sino porque es una actividad primaria, de alimentación y de vida.
“Se debe poner atención a las políticas del campo y evitar el crecimiento de las ciudades, que están destruyendo todo a su paso, porque si en los próximos 20 o 30 años no ponemos atención al cuidado de las comunidades rurales y agrarias, automáticamente, terminaremos por autodestruirnos”, alertó.