El Seminario Palafoxiano logró sobrevivir a cuatro despojos del Estado a lo largo de su historia
En agosto de este año el Seminario Mayor Palafoxiano, asentado en la capital poblana, cumplirá 380 años de fundación. Además de ser uno de los centros de formación religiosa más antiguos de Latinoamérica y haber recibido a Juan Pablo II en su visita a Puebla en 1979, logró sobrevivir a cuatro despojos del Estado a lo largo de su historia, obligando a sus estudiantes a tomar clases en diversos edificios del Centro Histórico, casas particulares, e incluso a salir de la ciudad.
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Francisco Aguilar Ortega, secretario general del Seminario, narra la historia de este sitio, el cual tuvo su fundación canónica el 22 de agosto de 1644 por el obispo Juan de Palafox y Mendoza, quien retomó los esfuerzos de su antecesor Diego Romano, que en 1604 fundó el Colegio de San Juan, nombrado más tarde como Seminario Mayor Palafoxiano.
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El Colegio de San Juan, ubicado en el número 3 de la calle de San Juan (hoy 5 Oriente), era un edificio de dos pisos con un amplio patio y tres corredores en la planta baja que estaban destinados a las cátedras. En la parte superior estaban los dormitorios y su fachada era de estilo virreinal cubierto con azulejos. En aquel entonces apenas admitía a 50 estudiantes, posteriormente, los colegios de la institución se extendieron a más edificios del Centro Histórico.
“La fundación fue una acción directa del beato Juan de Palafox y Mendoza, noveno obispo en Puebla y que, además, estuvo relacionado con grandes obras que hoy tiene el Centro Histórico y que son atractivas a nivel nacional como internacional, entre ellas la Biblioteca Palafoxiana, considerada como la primera biblioteca pública del continente americano. Pese a los despojos y el peregrinar de sus estudiantes, el Seminario se ha fortalecido como institución”, comparte.
El primer despojo
Este Seminario, que durante un poco más de dos siglos formó a numerosas generaciones de sacerdotes, padeció su primer despojo a mediados del siglo XIX, en el año 1867. Una vez que fueron expulsados alumnos y maestros, los edificios que albergaban los diversos colegios de la institución fueron vendidos por las autoridades estatales, en aquel entonces bajo la administración del expresidente de México, Benito Juárez.
A consecuencia de este acto, en 1869 el obispo Carlos María Colina y Rubio inició la peregrinación de los estudiantes a diversas sedes para que pudieran continuar sus estudios. Parte de los estudiantes fueron trasladados al Templo de San Juan de Letrán, donde recibían clases de filosofía.
En tanto, unos más se ubicaron en la Casa Clerical de San Juan Nepomuceno, donde pudieron estudiar teología y, finalmente, otra parte del alumnado se pudo quedar en la capilla del Corazón de María en el Ex Convento de Betlemitas.
Gracias al esfuerzo del primer arzobispo de Puebla, estas sedes se transformaron, en el año de 1903, en la Universidad Católica Angelopolitana, que contaba con las facultades de Teología, Derecho Civil, Ingeniería y Lenguas Clásicas.
Formación fue interrumpida por el Estado
Por segunda ocasión, el 28 de octubre de 1914, el Seminario atravesó por un segundo despojo a manos de las tropas de quien asumió la gubernatura un año después, Francisco Coss Ramos, y el coronel Silviano García.
Los estudiantes fueron echados de los edificios y, ante la falta de un espacio, se vieron obligados a recibir sus clases en casas particulares durante dos años. Más tarde, en 1916, fueron ubicados en el Antiguo Colegio del Portalillo, situado a un costado del Teatro Principal.
Poco después, en 1919, se trasladaron a la sacristía de las monjas capuchinas, ubicada en la que ahora conocemos como calle 9 Oriente, con número 3, hogar que finalmente terminaría por ser temporal, pues llegó un nuevo despojo del Estado.
Aguilar Ortega narra que el 17 de febrero de 1928 llegó el tercer saqueo en contra del Seminario, ahora por las tropas del general Guevara, obligando a un largo peregrinar a los alumnos, que lograron asentarse temporalmente en el Colegio Paulinos en la Calle de Morados (actualmente conocida como 7 Oriente), en la Casa del Pensador Mexicano (11 Poniente) y en la Casa de Cuna, situada en el Paseo de San Francisco.
El cuarto y último despojo lo sufrieron en 1934, pero en dicha ocasión tuvieron que abandonar la ciudad, orillando a seminaristas y maestros a huir hacia Ocotlán y Santa Ana Chiautempan. Dos años después, de 1936 a 1940, los seminaristas se distribuyeron en distintos sitios, entre ellos Amozoc, Huejotzingo, San Luis Tehuiloyocan y Santa Rita Tlahuapan.
“Esta situación continuó hasta que pudieron regresar a la ciudad de Puebla en 1942, para asentarse en el inmueble de la calle 9 Oriente número 5, antiguo Colegio Jesuita del Sagrado Corazón, en el cual permanecieron por más de dos décadas”, relata.
Arzobispo pone fin a los despojos
La comunidad del Seminario dejó de huir por los despojos en el año 1956, cuando el arzobispo de aquel entonces, Octaviano Márquez y Toriz, comenzó la construcción del edificio que hasta la fecha alberga esta institución, en la colonia El Porvenir, al este de la capital poblana, y que año con año es sede de importantes eventos religiosos, entre ellos, la Feria Guadalupana.
“El proyecto por sus dimensiones grandiosas requirió de varios años de trabajo, en un esfuerzo involucró a toda la iglesia angelopolitana, sin olvidar todos y cada uno de los donativos hechos por cientos de laicos”, señala.
Como resultado, 16 de agosto de 1964 y con la presencia de Luigi Raimondi, delegado apostólico en México y futuro cardenal, se llevó a cabo la bendición del primer edificio que, desde ese día, alberga al Seminario Mayor Palafoxiano.
A través de los 59 años de existencia, su más reciente campus ha sido testigo de importantes acontecimientos en la historia de la Iglesia de América, como la celebración de la Tercera Asamblea General del Episcopado Latinoamericano, presidida por el Papa San Juan Pablo II quien visitó el Seminario Palafoxiano el día 28 de enero de 1979.
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“La comunidad educativa ha podido perseverar a pesar de los riesgos que la misma persecución y el despojo provocó”, finaliza.